Dicen que el cuerpo tiene memoria, la memoria del cuerpo, y cuando éste para o desaparece esa memoria ya no es nuestra, si tenemos suerte se queda en alguien más, pero siempre a medias, nunca al cien por ciento, es ley de la historia, que importante es tener ese poder en nuestras manos, el poder de nuestra memoria, el cual también se conserva mientra tengamos éste cuerpo. No sé si alguna vez te conté pero yo evitaba salir a carretera durante el mes de Enero, por seguridad, por precaución, e incluso por un poco de ritualismo, poco a poco, muy poco a poco, esa costumbre cambió y hace un par de años decidí dejar esos pensamientos atrás, y los miedos también se quedaron atrás, los mal afamados miedos, pobres, si que tienen una mala fama. De niña tenía tres miedos muy claros: el primero era subirme a un avión y que se cayera, el segundo era meterme al mar y que me mordiera un tiburón y el tercero que alguna vez tuviera que estar en el hospital por algo como un hueso roto, o una operación y viví invicta, hasta aquel enero en que me accidenté y me rompí de todas las maneras posibles; entendí que hasta lo más surrealista es posible, y que la realidad puede superar por mucho a nuestra imaginación. Decidí ya no tener más miedos que esos tres, y no me sorprendería nada que los otros dos se me cumplieran, pero una no puede vivir con miedos, no tiene gracia, ni fin. Decidí dejar de pensar en lo frágil que somos, en cómo bastan segundos para estar, cambiar o desaparecer de manera definitiva, sin importar nada en absoluto. Me llevó años de terapia, primero el cuerpo, después la mente, aceptar mi fragilidad. Me tenían prohibido entrar a hospitales, trabajar con personas en situación de salud vulnerable e incluso no acudía a otras doctoras que no fueran las que me atendieron durante aquel suceso, todo por la memoria del cuerpo.
Con el tiempo aprendí a cambiar la memoria del cuerpo, y cuando me siento mal físicamente ya no quiero salir corriendo al hospital, por más mínimo que sea el malestar, transformé mis debilidades en fortalezas, y me cuido, procuro estar físicamente bien, estable, y cuando no es así pues soy buena paciente, sólo a veces las circunstancias hacen de las suyas, entonces recurro a la memoria del cuerpo, y lo atiendo, lo reconozco, y me reconoce, y sabemos que todo va a estar bien, más pronto de lo que creemos. Este bicho debe estarme haciendo profundizar de más, en fin, espero sigas recibiendo grandes regalos, mi amor libertad, espero no aburrirte con tantas historias que no vienen al caso. Te extraño.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario