Soy muy simple, aprendí a escribir cuando tenía cinco años, mi madre me leía cada noche, hasta quedarme dormida. Creo que desde entonces le encontré el gusto a las palabras, sobre todo las tomé como un medio para llevar al exterior lo que tengo dentro, me gustan mucho, tengo colección y elijo entre ellas a mis favoritas, me gustan las que tienen tres o más veces la misma vocal, me resultan equilibradas; hay conjunciones que me producen un sentimiento de perfección, también encuentro en las palabras algunas que cuando se dicen suenan de una forma espectacular, dice la terapeuta que soy auditiva, y que es por el sonido que puedo ir y venir por las diferentes emociones.
A muy temprana edad me hice aficionada a escribir y transcribir. Pero hoy siento que me ha resultado poco útil hacerlo.
¿Qué siento?, primero trato de escribirlo, trato de llevar al exterior lo que pasa adentro, como lo aprendí desde pequeña; trato de explicar que vivo en un encanto permanente desde hace algunos meses, llena de tranquilidad, quizá por encontrarnos, quizá por dejarse sentir y hacer una maravillosa lista de sueños con quien hace realidades, quizá porque deleitas mi vista, y me haces sonreír, quizá porque nace la confianza y me siento en un sitio seguro para ser, para hablar, para escuchar, quizá porque me importa tu amanecer, lo he dicho antes, quizá porque me importa conocer, quizá porque si, por la vida, porque es así, y así pasa, quizá por la claridad.
Soy muy simple, sin embargo, no tengo claro si funcionó, porque me resulta curioso cómo todo puede ser definido, o quizá cómo este sentimiento puede ser almacenado en una palabra o dos; pero entiendo también que cada perspectiva y cada manera son distintas, y valiosas, siempre estoy aprendiendo. Es raro ¿no? Cómo a veces una tiene muy claro la mente y en el corazón, y se está en paz.
La tranquilidad
es la madre de todo lo bueno, y es el fin de las emociones, y el bienestar, es la
fuente para poder disfrutar de cada fantasía, es un buen camino a pesar de no
saber hacia donde va, es el faro encendido en una torre, a la orilla del mar. Te
quiero, y no como a cualquiera, y no como a todes o a ningune, lo había dicho antes ya. Todo estará bien.