viernes, enero 26, 2024

Críptica.

 

Soy muy simple, aprendí a escribir cuando tenía cinco años, mi madre me leía cada noche, hasta quedarme dormida. Creo que desde entonces le encontré el gusto a las palabras, sobre todo las tomé como un medio para llevar al exterior lo que tengo dentro, me gustan mucho, tengo colección y elijo entre ellas a mis favoritas, me gustan las que tienen tres o más veces la misma vocal, me resultan equilibradas; hay conjunciones que me producen un sentimiento de perfección, también encuentro en las palabras algunas que cuando se dicen suenan de una forma espectacular, dice la terapeuta que soy auditiva, y que es por el sonido que puedo ir y venir por las diferentes emociones.

A muy temprana edad me hice aficionada a escribir y transcribir. Pero hoy siento que me ha resultado poco útil hacerlo.

¿Qué siento?, primero trato de escribirlo, trato de llevar al exterior lo que pasa adentro, como lo aprendí desde pequeña; trato de explicar que vivo en un encanto permanente desde hace algunos meses, llena de tranquilidad, quizá por encontrarnos, quizá por dejarse sentir y hacer una maravillosa lista de sueños con quien hace realidades, quizá porque deleitas mi vista, y me haces sonreír, quizá porque nace la confianza y me siento en un sitio seguro para ser, para hablar, para escuchar, quizá porque me importa tu amanecer, lo he dicho antes, quizá porque me importa conocer, quizá porque si, por la vida, porque es así, y así pasa, quizá por la claridad.

Soy muy simple, sin embargo, no tengo claro si funcionó, porque me resulta curioso cómo todo puede ser definido, o quizá cómo este sentimiento puede ser almacenado en una palabra o dos; pero entiendo también que cada perspectiva y cada manera son distintas, y valiosas, siempre estoy aprendiendo. Es raro ¿no? Cómo a veces una tiene muy claro la mente y en el corazón, y se está en paz.

La tranquilidad es la madre de todo lo bueno, y es el fin de las emociones, y el bienestar, es la fuente para poder disfrutar de cada fantasía, es un buen camino a pesar de no saber hacia donde va, es el faro encendido en una torre, a la orilla del mar. Te quiero, y no como a cualquiera, y no como a todes o a ningune, lo había dicho antes ya. Todo estará bien.

viernes, enero 19, 2024

Encantada.

Sentarse frente a ti, por primera vez, notar la seriedad de tu rostro, y ver que se mantiene firme, igual que el tono de tu voz, todo en armonía; con tus manos sobre la mesa, me miras ¿qué habrás pensado en ese momento? en ese instante donde la noche alejó al frío, y me acercó al calor de algo que no conocía.

Mientras escuchaba tus preguntas noté tus ojos, obscuros, certeros sobre mi rostro, hablas así, viéndome, como quien tiene el poder de atravesar el cuerpo y llegar hasta el alma, y eso que es sólo un momento en tu trabajo. El tiempo pasó rápido, aunque dicen que el tiempo es una ilusión, una manera de nombrar algo para sentir control y orden sobre lo que vamos viviendo ¿tu lo crees? ¿qué es el tiempo para ti?

Hay tanto que quiero preguntar, a diario quiero preguntar, desde la superficie hasta la profundidad, desde el saber de tu amanecer, hasta el cansancio de las noches, tengo curiosidad, o algo más, sobre lo que te hace reír, o te agobia en los días, sobre lo que te hace descansar, y sentir, y estar bien. Puedes creer que esto es imaginería, puedo creerlo yo también, pero aquí no sabemos bien lo que es el tiempo, y creo que no es necesario saber.

Amo las sensaciones, y tengo una fascinación por los sentidos, porque me llevan a explorar todo lo desconocido, siempre de distinta manera, y no es necesaria una explicación, para eso están los científicos ¿qué es el alma para ti? ¿qué prefieres, el sol o la luna?  

Cierro los ojos, imagino los tuyos, y sé, que si existe una varita mágica para los encantamientos debe ser tu ternura, no puede ser nada más. Hoy por la mañana desperté contenta, creo que estoy encantada.

Sentarse frente a ti.

lunes, enero 08, 2024

Un río bravo, una fan y Eduardo Jaimes.

 

Iba caminando por el jardín de San Francisco, quedé de encontrarme con una hermana, llegando la vi, y de inmediato me acerqué, ella no venía sola, venía con Luna, la mujer de la que me enamoré a primera vista, como nunca me había sucedido, ni me ha vuelto a suceder, el famoso “amor a primera vista” existe, no lo podía creer. A los dos días partimos rumbo a Xilitla, el sitio donde pude ver que la magia existe; hace ya más de una década de que eso sucedió.

Pasó el tiempo, y poco a poco me di cuenta y aprendí a aceptar que había dejado una parte de mi en ese sitio, a voluntad; y a pesar de volver un par de veces durante los años, jamás tuve la intención de recuperar eso que había dejado, hasta hoy. Sandra, mi hermana, se ha encargado de crear una de las tribus más bellas a las que se puede pertenecer, y en esta ocasión estuvimos Una Oveja Cósmica, La Porrista musical, La Piedrita suelta y La Diva, en disposición de lo que la vida nos dé, en camino a lo que siempre nos rodea de belleza, de claridad. Llegamos a Xilitla por la noche, llenas de música, y grandes augurios, dormimos en el castillo de los sueños, con mariposas y una gran vista. Nos contamos el pasado, el presente y el futuro, caminamos entre hojas de colores, trabajamos y nos apoyamos en ello, bebimos brebajes y algo de agua, deleitamos el paladar de la mano de nuestra chef estrella, quien siempre está para guiarnos en esos temas, en cómo alimentar el alma y el cuerpo. Medité para después dejar que el río se llevara todo lo malo e innecesario que habitó en el cuerpo, en el alma y en el corazón, me hice una con mi calor y el frío de su agua, encontré la temperatura ideal para seguir andando, para abrir el corazón a todo aquello que me rodea, y ver con asombro la maravilla de los nuevos encuentros, de crear nuevos círculos que me mantengan en seguridad, armonía y tranquilidad.

Me siento afortunada, siempre lo siento, pero ahora llega acompañada de un agradecimiento diario, de un abrir los ojos para cada quien, para cada cual, para cada lugar; recuperé parte de la magia, recuperé la ternura y su permanencia en cada acto. Todo en un solo sitio, en un solo círculo, cerrado y seguro, con el que podré contar para cada paso que daré en el futuro, para cada algo que se genera a diario, siempre hacia arriba, siempre hacia adelante. Sabio hundir la cabeza en el río para que todo fluya y vivir, sólo vivir de la mejor manera posible; y seguir viajando hacia adentro, para sentir todos los paisajes que están afuera. Gracias tribu, les amo.