Traigo una orilla del manto lunar arrastrando en la poesía..
La luna se convirtió en la sacerdotiza de nuestro amor,
testigo activo del encuentro entre tu y yo.
Desnuda en el cielo nos empapó de magia,
y un beso.
Tu llanto primero ante ella,
mis brazos encontrando su lugar,
luciernagas alumbrando,
tu y yo como invitadas especiales al festín.
¿Qué somos, con el corazón?
¡Que corazón, este que somos!
Luna brillante
en plena noche haciendo el día en que nos encontramos,
amor tan natural como el mar,
tan preciso como sus olas,
tan exacto como la montaña de aquella tarde,
y tan real como las hojas que nos saludaron en aquel camino.
¿Qué ve la Luna cuando nos mira?
si no otra cosa que sus criaturas felices y maravilladas de amar.