martes, febrero 08, 2022

Mi experiencia en el festival la Marketa, edición 2021, parte 2.

Así continuó la experiencia...decidí ir a buscar a Gina Recamier, mi querida Madame, quien se encargó de producir el segundo EP de Onyricats, la banda donde toco la bataca; la encontré al final de las mesas centrales, muy contenta, nos abrazamos y reímos, charlamos un rato porque ella tenía que seguir en lo suyo, y yo en el recorrido. A lo lejos miré a Renne Goust, me acerqué y nos abrazamos como se abraza en el norte. Inmediatamente me preguntó si conocía a Elis, le dije que no, que sólo nos habíamos contactado por el insta pero que obvio me gustaría conocerla, así que me llevó hasta donde estaba ella y me presentó. 
Debo decir que yo sabía muy poco de la carrera musical de Elis Paprika, sé que en alguna ocasión la escuché, o leí, hablar sobre su experiencia cuando conoció a Rita Guerrero, una de mis inspiraciones personales, y no sé si recuerdo muy bien, pero estoy casi segura que estaba platicando sobre cómo Rita le dijo que era muy complicado ayudar a más bandas cuando muy apenas podían conseguir algo para su banda; repito, no son palabras textuales, ni una cita ni nada, sólo es un vago recuerdo. 
Es una realidad que hace mucha falta el apoyo entre bandas, entre colegas, y lo podemos notar en el cartél de cualquier festival musical, o en cualquier toquin al que nos inviten, o grabación, donde aún hoy nos encontramos con el universo masculino al frente, y donde el equilibrio entre las alianzas de género es una falacia. 
Es cierto que las mujeres siempre hemos formado parte de la historia; así como es cierto que el discurso siempre ha sido que debemos visibilizarnos, echarnos la mano, etc. Pero lo que aún no nos queda muy en claro es que no sólo hace falta reescribirla, también necesitamos sabernos y reconocernos como las protagonistas de la misma. 

Para mi, Elis Paprika lo tiene claro, sabe que debemos apoderarnos de los espacios, y que esos espacios deben ser seguros, y no porque un cuerpo de seguridad esté a cargo, sino porque las personas que participen deben asistir con esa consciencia y esa certeza. La Marketa es un espacio familiar, donde no se admite ninguna manifestación de odio, es un día de campo ideal; en donde vas a conocer y a apreciar el trabajo de mujeres artistas. La Marketa es un festival  para todes aquelles que gusten formar parte de lo que, en un futuro muy cercano, será parte crucial para la historia de la música en nuestro país. Es una oportunidad para que niñas vean a otras mujeres sobre el escenario, y se sientan libres y seguras de aspirar a estar ahí también, sabiendo que serán apoyadas, y que encontrarán espacios como éste. Platicamos muy poco, y fue entendible, imagínense estar al pendiente de que todo vaya como lo planeado. Pero todo el festival la vi atenta con las bandas y con la banda asistente, platicando con todes, haciéndose los tiempos para las fotos e historias con quienes se lo pedían, la neta, bien chida y amable; al igual que todas las mujeres artistas que fueron parte del festival. 
Descubrí que distintas generaciones somos capaces de aliarnos en un tiempo, en un lugar, y tuve la oportunidad de conocer y charlar un poco con algunas, desde la leyenda  del rock mexicano Teresa Estrada, hasta las bandas emergentes y potentes como Las Margaritas Podridas, pasando por el buen slam que me aventé con las morras de Norway mientras escuchamos a las maravillosas Bloody Benders, quienes me hicieron mover la greña como se debe. Reí mucho, escuché más y sobre todo me llené de tranqulidad, emoción e inspiración, porque vi, con mis propios ojos,  que los caminos tienen su propio ritmo, y que el mío se ilumina de pronto con festivales como este. No dejen de asistir, pues sé que este relato se quedó corto en comparación con todo lo que cada persona vivió; además de que en este año se realizará en otras ciudades, como Guadalajara y Monterrey. Yo sólo puedo decir que, La Marketa, me obsequió el abrazo preciso para el corazón. 

Larga vida al festival La Marketa, y a todo el equipo que lo organiza.