miércoles, abril 20, 2022

Infinitesimalmente.

 

¿Quién es Rosario Ibarra de Piedra? Una mujer, mexicana, activista, senadora, diputada, candidata al premio nobel de la paz en diferentes ocasiones, galardonada con premios y medallas, la primera candidata a la presidencia de México, en varias ocasiones también; responsable de acuñar el término Transmaternidad, porque también es madre, lo es, siempre lo será.

Hace un par de días que Rosario Ibarra de Piedra murió. Y yo recuerdo aquel día en que la conocí, aunque constantemente la recuerdo, apenas hace unas semanas les conté a unas amigas sobre los diferentes caminos en los que desembocó la búsqueda realizada por Rosario Ibarra de Piedra para encontrar a su hijo, Jesús Piedra, a quien desaparecieron en 1974, durante la guerra sucia. 

Un día el Colegio de San Luis, recibió la visita de Rosario Ibarra de Piedra, como parte de un foro, el cual tenía como finalidad dar voz a diferentes ONGS enfocadas en las desapariciones forzadas. Sinceramente no recuerdo muy bien cada detalle de dicho evento, lo que si recuerdo muy bien es que me tocó ser chofer de Rosario, así que llegué a la central de autobuses por ella, venía acompañada por otra mujer, llegaron directo de Oaxaca, por trabajo, era de mañana, habían viajado ocho horas en el autobús; en ese momento creo que fungía como senadora, así que era como por allá del año 2010. Venía portando luto en su vestimenta, así desde que se llevaron a su hijo, y traía un medallón con la fotografía de él.

Decidieron ir directo al foro, pues no querían llegar tarde, y así lo hicimos. El lugar estaba repleto, a tope, y poco a poco comenzaron a tomar el micrófono diferentes voces, al final, la de Rosario; quien desde el momento que se integró al presídium nunca dejó de escucharles atentamente, y con los ojos bien abiertos, así durante casi tres horas.

Una vez con el micrófono en mano comenzó a hablar sobre la gravedad de la situación; su voz no era la de cualquiera, era la del tiempo, la del conocimiento, la de la experiencia, y así se elevó, y se elevó, hasta hacer del micrófono un aparato innecesario. “Las desapariciones forzadas son un crimen de lesa humanidad, la justicia en este país es infinitesimalmente justa”. Para cuando dijo eso, todo en el foro era silencio, pero de ese silencio que refleja rabia, de ese que viene del dolor, y del saber, del entender con claridad la expresión de aquella mujer, que transformó su esperanza en lucha, quien llevó esa lucha hasta las narices de varios presidentes del país y no les dejó alternativas, hasta que comenzaron a usar el término amnistía, hasta que crearon la CNDH, hasta que utilizaron los términos adecuados ¿Cómo se puede hablar de democracia cuando en tu país hay desapariciones forzadas? ¿Cómo te haces llamar democracia cuando existen presos políticos? No, la democracia es una falacia, y Rosario lo sabía bien, todas lo sabemos bien.

Cuando terminó de hablar se hizo un estruendo en el lugar, pero sobre todo en los corazones de cada una de las que estábamos ahí, escuchándola; bajó del escenario, y nos pidió que las lleváramos a la central, pues tenían que continuar a otra ciudad, probablemente a seguir escuchando, hasta ese momento no habían ingerido alimento, así que les ofrecimos ir a comer algo, Rosario dijo:

-No, gracias, nosotras no estamos aquí para que ustedes nos den, al contrario, como funcionarias es nuestra obligación darles a ustedes.

Así que en la central se compró unas papitas y un refresco, se subieron al autobús y continuaron su camino.

La volví a ver en diferentes ocasiones, a escucharla, y a platicar con ella; y si, siempre nos dio algo, siendo o no funcionaria, nos dio a todo el país algo, una voz, un inicio, nos enseñó el camino, y llamó a las cosas por su nombre y las dijo frente a quien había que decirlas. Hay muchas historias sobre ella, datos y demás información en redes, documentales, periódicos, etc. y como siempre pasa, con su reciente muerte todo el mundo le está rindiendo homenaje. Yo sólo quería contar un poco del día en que la conocí.

Después de todo sólo la muerte nos lleva para siempre, para siempre; parece mentira y mero sentido figurado cuando dicen que la vida es un instante, y, desde la perspectiva correspondiente, sí lo es; mil años de muerte por cada hora de vida.

 

lunes, abril 04, 2022

Marzo ha muerto, fuera de los aparadores muñecas.

 A finales de Febrero las diferentes redes sociales se convierten en una búsqueda constante por parte de los Institutos, Secretarías, Asociaciones, y similares; todas persiguiendo el mismo fin: encontrar a mujeres que quieran hablar ¿sobre qué? sobre lo que sea, siempre y cuando lo cuenten desde su perspectiva de ser mujer. Si, perspectiva, como si ser mujer fuera eso, una perspectiva.

Ya en Marzo reina la seguridad y la confianza de que los múltiples foros abriran sus escenarios y micrófonos para alguna mujer, o varias mujeres. Basta con abrir las agendas culturales, sociales y políticas y ahí estaremos, presentes, expuestas en cuanta galería de arte exista, tomando las instalaciones de cada Instituto de la Mujer que haya, total, es Marzo. Y por ello te han invitado, te han abierto las puertas, es más, algunos (de hecho algunas) han decidido pagarte honorarios por tu participación, como debe ser; los otros sólo dicen que te dan la oportunidad para que transmitas tu conocimiento y experiencia, de ser mujer obviamente, en sus instalaciones, en sus escenarios, en sus mesitas de conferencia, hasta el proyector y el internet te van a prestar. 

Llegado el octavo día, que para muchos es muy rápido pues el mes apenas comienza y para otros es un alivio porque ya se pasará; se espera de todo, desde desafortunadas felicitaciones, hasta infiltrados. 

Una marcha, otra vez, cada año más potente, con más asistencia y dando como resultado mediático las mismas imágenes: mujeres incendiando, mujeres gritando, mujeres protestando, exponiendo a los agresores. Calles cerradas y caos en las urbes, por supuesto hay que escuchar a algunos hombres decir que ese día prefieren no salir porque les da miedo...si, miedo, no los vayan a agredir. Pasado el día todo es más ligero, pero las mujeres siguen siendo parte de Marzo y sus eventos. 

La primer guerra que ganamos las mujeres fue la de la escritura, porque era la actividad pública que más se consumía; las letras y sus diferentes manifestaciones tienen un poder infinito, por ello es que no se nos iban a ceder tan facilmente. A nosotras nada se nos ha cedido de manera fácil, ni siquiera nuestros cuerpos, y eso no es casualidad. Pero lo hicimos, logramos dejar de usar nombres de hombres para ser parte del mundo de las letras, igual de la ciencia, de las artes, de casi todo; la historia de las mujeres es una historia de luchas, de guerras, por ello sabemos combatir, está en nuestra genética cultural e histórica, no histérica. 

Marzo acabó, apenas comienza Abril, y las instituciones, secretarías, foros, agendas y asociaciones, siguen ahí, con sus espacios abiertos, ahora para la primavera; y los festivales masivos musicales plagados de proyectos liderados por hombres, claro, una que otra mujer, porque pues también ahí debemos estar. 

Marzo acabó, y seguimos apareciendo en los medios, con las imágenes y encabezados de costumbre: mujeres asesinadas, mujeres y niñas violadas, mujeres desaparecidas, aparecidas en bolsas de plástico, en lavadoras, en pedazos, mujeres encarceladas por ejercer sus derechos sobre sus cuerpos, y así el resto del año, es algo de siglos. ¿Ven? las mujeres aparecemos en Marzo, pero desaparecemos todo el tiempo, y no hay institución, secretaría, foro, asociación o agenda, que abra sus puertas a diario para que hablemos de ello ¿será que ocupan tener la perspectiva de los feminicidas, de los violadores? ¿Será que las mujeres de eso no tenemos una perspectiva? 

En fin, como lo dije en cada uno de los micrófonos que tuve en mi poder en marzo, como lo digo y lo diré el resto del año, y quizá de la vida, en foros, en instituciones y sin ellas, con las amigas, con toda aquella que guste escuchar: las mujeres no sólo necesitamos re escribir nuestra historia, también necesitamos vernos y sabernos como las protagonistas de esa historia, porque lo somos, lo hemos sido y lo seguiremos siendo. No somos muñecas y Marzo no es un aparador.



martes, febrero 08, 2022

Mi experiencia en el festival la Marketa, edición 2021, parte 2.

Así continuó la experiencia...decidí ir a buscar a Gina Recamier, mi querida Madame, quien se encargó de producir el segundo EP de Onyricats, la banda donde toco la bataca; la encontré al final de las mesas centrales, muy contenta, nos abrazamos y reímos, charlamos un rato porque ella tenía que seguir en lo suyo, y yo en el recorrido. A lo lejos miré a Renne Goust, me acerqué y nos abrazamos como se abraza en el norte. Inmediatamente me preguntó si conocía a Elis, le dije que no, que sólo nos habíamos contactado por el insta pero que obvio me gustaría conocerla, así que me llevó hasta donde estaba ella y me presentó. 
Debo decir que yo sabía muy poco de la carrera musical de Elis Paprika, sé que en alguna ocasión la escuché, o leí, hablar sobre su experiencia cuando conoció a Rita Guerrero, una de mis inspiraciones personales, y no sé si recuerdo muy bien, pero estoy casi segura que estaba platicando sobre cómo Rita le dijo que era muy complicado ayudar a más bandas cuando muy apenas podían conseguir algo para su banda; repito, no son palabras textuales, ni una cita ni nada, sólo es un vago recuerdo. 
Es una realidad que hace mucha falta el apoyo entre bandas, entre colegas, y lo podemos notar en el cartél de cualquier festival musical, o en cualquier toquin al que nos inviten, o grabación, donde aún hoy nos encontramos con el universo masculino al frente, y donde el equilibrio entre las alianzas de género es una falacia. 
Es cierto que las mujeres siempre hemos formado parte de la historia; así como es cierto que el discurso siempre ha sido que debemos visibilizarnos, echarnos la mano, etc. Pero lo que aún no nos queda muy en claro es que no sólo hace falta reescribirla, también necesitamos sabernos y reconocernos como las protagonistas de la misma. 

Para mi, Elis Paprika lo tiene claro, sabe que debemos apoderarnos de los espacios, y que esos espacios deben ser seguros, y no porque un cuerpo de seguridad esté a cargo, sino porque las personas que participen deben asistir con esa consciencia y esa certeza. La Marketa es un espacio familiar, donde no se admite ninguna manifestación de odio, es un día de campo ideal; en donde vas a conocer y a apreciar el trabajo de mujeres artistas. La Marketa es un festival  para todes aquelles que gusten formar parte de lo que, en un futuro muy cercano, será parte crucial para la historia de la música en nuestro país. Es una oportunidad para que niñas vean a otras mujeres sobre el escenario, y se sientan libres y seguras de aspirar a estar ahí también, sabiendo que serán apoyadas, y que encontrarán espacios como éste. Platicamos muy poco, y fue entendible, imagínense estar al pendiente de que todo vaya como lo planeado. Pero todo el festival la vi atenta con las bandas y con la banda asistente, platicando con todes, haciéndose los tiempos para las fotos e historias con quienes se lo pedían, la neta, bien chida y amable; al igual que todas las mujeres artistas que fueron parte del festival. 
Descubrí que distintas generaciones somos capaces de aliarnos en un tiempo, en un lugar, y tuve la oportunidad de conocer y charlar un poco con algunas, desde la leyenda  del rock mexicano Teresa Estrada, hasta las bandas emergentes y potentes como Las Margaritas Podridas, pasando por el buen slam que me aventé con las morras de Norway mientras escuchamos a las maravillosas Bloody Benders, quienes me hicieron mover la greña como se debe. Reí mucho, escuché más y sobre todo me llené de tranqulidad, emoción e inspiración, porque vi, con mis propios ojos,  que los caminos tienen su propio ritmo, y que el mío se ilumina de pronto con festivales como este. No dejen de asistir, pues sé que este relato se quedó corto en comparación con todo lo que cada persona vivió; además de que en este año se realizará en otras ciudades, como Guadalajara y Monterrey. Yo sólo puedo decir que, La Marketa, me obsequió el abrazo preciso para el corazón. 

Larga vida al festival La Marketa, y a todo el equipo que lo organiza. 

martes, enero 11, 2022

Mi experiencia en el festival La Marketa, edición 2021. Parte 1.

 Todo comenzó en 1995, cuando en mi primer adolescencia entendí, más que saber, que iba a dedicarme a ser baterísta; no tenía claro cómo, ni si quiera en dónde podría aprender a tocar ese, o cualquier instrumento, pero lo conseguí. Los detalles de ese periodo hasta la primera vez que pisé un escenario son propios de otro relato. 

Una vez que formamos una banda llamada La Sor Juana, si, de puras morras, y ensayando covers  de Alanis Morissete, Nelly Furtado, The Cranberries, Garbage, Blondie, Julieta Venegas, Ely Guerra, Santa Sabina, entre muchas otras, decidimos comenzar a buscar presentaciones; llegó el apocalíptico año 2000, en ese entonces lo máximo era aspirar a ser la banda base de un bar, y obvio que te pagaran por ello...lo logramos, al poco tiempo nos convertimos en la primera banda de morras (y la mejor pagada de todas las bandas) en la escena del rock potosino, claro, dentro del mundo de los bares y los covers...y con esa oleada decidimos comenzar a componer nuestro material, sucedió, e incluso grabamos un disco y todo...pero eso también se guarda para otro relato. 

Comenzamos a girar, por todos los municipios, incluso tocamos en otras ciudades; en festivales, desfiles, conmemoraciones (sobre todo en marzo), inauguraciones y más; y nos encontrábamos con el hecho de que cuando nos tocaba compartir escenario con otras bandas eramos, en un 99% de las ocasiones, las únicas mujeres músicas que formaban parte de los diferentes eventos. Pero cuando algunas mujeres y niñas del público nos miraban, nos escuchaban, la reacción siempre era más que de sorpresa, de alegría, como de ver algo que no era parte del imaginario colectivo artístico, o escénico. Creo que eso fue lo mejor de dejar los bares y poder salir a la luz de los escenarios abiertos a toda la banda, de todas las edades. Lo cierto es que ¿a cuántas de mi generación no nos hubiera gustado ver a más morras arriba de un escenario? en vivo, rompiendo todo, en todos los sentidos históricos, anímicos y materiales. ¿Cuántas más se hubieran inspirado? 

Pero como dijo mi amiga escritora: el hubiera sólo existe en la poesía (no sé si alguien más lo dijo, a mi me lo dijo ella). Siempre se habla mucho de cómo las mujeres hemos tenido que luchar por todo, y se teorízan muchas razones, origenes e historias; el hecho sigue siendo que en los festivales masivos musicales hay de dos sopas, o el porcentaje de mujeres que participan es mínimo, o de plano no participan. 

Hace años que tengo claro el hecho de que, al menos aquí, en esta ciudad, aún tenemos que luchar por esos espacios, gestionarlos, nadie lo puede tener más claro que nosotras, las mujeres en la música, en el arte en general quizá; si, hemos (nadie lo ha hecho por nosotras no nos demeritemos) abierto la escena, las puertas y todo lo que se pueda para poder escucharnos, para formar parte, para ser y estar; en el camino hemos encontrado aliados, eso es indudable. Todo este choro mareador es sólo para ilustrar la razón por la que decidí ir a ver, y vivir de manera presencial, el festival La Marketa, en el 2021. 

Dicho festival está en manos de un equipo conformado por Elis Paprika, Cachi Zazueta, Midori Matsui, Ana Cristina Moreno, Daniella Morbid y Loyana Ramírez; y se llevó a cabo en el Jardín Juárez, en la Ciudad de México, el domingo 05 de diciembre; el acceso fue gratuito y básicamente los medios describen el espacio como una exposición o bazar de productos hechos por mujeres artistas, entre las que destacan músicas y diseñadoras. Pero también hay un escenario, en donde actuan muchas de las mujeres que forman parte del cartél. 

Llegué, con nervios, pues siempre que asisto a un evento musical evito tener ideas pre concebidas, en serio lo intento. A decir verdad no conocía el trabajo de muchas de las artistas que estarían ahí; por supuesto que iba con todas las ganas de saludar a mis queridas Madame Recamier, y Renne Goust, obvio también quería platicar con Elis. 

El lugar lucía con mucha luz, efectivamente al entrar estaban los productos de diferentes artistas, músicas y diseñadoras, colectivas y en individual, parecía un gran día de campo...volteo al escenario y ahí estaban nada más ni nada menos que otras grandes del punk/ metal en México: Las fokin biches; rockeando con todo, moviendo la greña; no tienen idea de cuánto extrañaba ese sentimiento que sólo el metal y el punk pueden despertar. Luego miré hacia donde estaba los estantes de las artistas, y que veo a otra gran inspiración, la maravillosa y única Ophelia Pastrana, la verdad si me dio pena acercarme así bien fan, pero mi compa me llevó, literal, frente a Ophelia, y la saludé con una gran sonrisa. 

Sentí que la felicidad era mutua, que digo mutua, era una felicidad colectiva, de hermanas, aliadas y artistas, todas estando en lo que nos gusta, disfrutando lo que nos gusta: mostrar el trabajo que con tanto corazón y empeño se realiza. En esta ocasión, yo, como público, viendo con mis propios ojos, viviendo y experimentando con todo mi ser lo que la unión hace, lo que los sonidos, la organización y la comunicación pueden producir...indudablemente me sentí afortunada de estar ahí...y eso que apenas iba llegando...

(continuará) 

sábado, enero 08, 2022

Esperanza Spalding me devuelve la Esperanza.

Indudablemente el motivo para renovar este blog es consistente e inspirador. Es seguro que usted ha escuchado alguna vez sobre los famosos Tiny Desk, a los cuales llamaré concierto de escritorio, porque prefiero evitar anglicismos, siempre que sea posible. Este formato de conciertos tiene su origen en un par de compas que se hartaron de ir a escuchar música en vivo y no poder, gracias al ruido de la multitud; pero ese tema ya lo desarrollaré en otra ocasión. 
Entre las actividades que considero propias de aquellas personas que gustamos del quehacer musical considero que es deber renovarse, escuchar propuestas que salten a los oídos, en diferentes medios; pero con tantas plataformas y la indudable bastedad de estrenos musicales diarios, es una odisea dedicar unas horas a algo de manera exclusiva; tampoco ayuda mucho que haya oleadas de bandas que suenan 99% similar entre si. Esto sólo alimenta una pre disposición negativa, pues es como adivinar lo que viene, reconocer un camino recorrido cientos de veces por otros, aunque con pasos menos firmes, recalcando las huellas de quienes han dejado obras maestras, para luego perderse en la memoria de los artistas emergentes; se nota la inmediatez con la que dichos artistas llegan y se irán. 
Ante esto, escuchar, y ver, algunos conciertos de escritorio (que por cierto sólo la fachada tienen de oficina) me resulta viable, y una buena opción para encontrar propuestas interesantes, sobre todo porque los artistas ofrecen sus piezas en vivo, y en un formato digamos viable para un espacio no abierto a multitudes, más no es forzoso que sea algo desenchufado, lo que creo provoca al artista a experimentar una versión intermedia, algo así como: vamos a armar un set para tocar en un lugar pequeño, pero que suene bien, y re versionemos algunas cosas, hay que adaptarse. 
Debo recalcar que los conciertos de escritorio no tienen la finalidad de ser una versión acústica (aunque hay quienes si lo ofrecen de esa manera), y que al final son libres de usar los medios que sean para sonar como quieran, y eso también hace que quienes escuchamos y vemos tengamos una idea más certera de lo que realmente hace el artista, de lo que es capaz,  o a dónde quiere llegar con su propuesta. 
El asunto es que, como cada sábado, inicié mi sesión de búsqueda y apreciación musical, y visité el canal de NPR, para checar algunos conciertos de escritorio, y ahí la vi, con tan sólo un día de haber sido lanzada, la sesión de Esperanza Spalding. Sinceramente había escuchado poco de ella, sabía que es considerada más dentro del género jazz, que es cantante, contrabajista, y por ende bajista (esto no siempre aplica al revés), y creo que nada más. Debo aclarar que hace tiempo que aprendí a no tener expectativas en cuanto al arte en general se refiere, y en cuanto a la música más, pero también sé que es la disciplina que más oportunidades tiene para seguir evolucionando. 
Comenzó el concierto, con algo que parece una búsqueda tonal...veo un montón de personas, entre los que entiendo que hay coristas, músicos, y Esperanza, con su contrabajo, al frente, segura, precisa; todos vestidos en color rojo, intenso, con una pantalla verde detrás. No voy a ponerme a describir cada uno de los detalles de imagen, sólo diré que se antoja acompañar semejante visión con alguna poción mágica, de esas que no tienen nada que ver con estados etílicos. 
Pronto me doy cuenta de que no todos los que forman la escena son músicos, hay personas que están ahí para estar ¿Cómo explicarlo?  a través de los movimientos y su presencia se convierten parte de lo que poco a poco se antoja ritual, se siente ritual; la música va  actuando sobre los sentidos, hasta apoderarse de lo más profundo, de adentro hacia afuera, como debe ser todo proceso curativo. Y sigue Esperanza, acompañada de quienes están ahí, con ella y quienes estamos acá, pero cada vez más allá, junto a ella también, en ese espacio que se antoja cálido, angosto e infinito. Creo que dejé de parpadear, mientras la veía a ella con los ojos cerrados, concentrada en la transmisión de su poder colectivo. Sentí la razón de la música, la escuché con la piel y el cerebro. Luego de poco más de veinte minutos el concierto terminó...y caí en un profundo trance onírico. 
Ya que volví a esta realidad me percaté de que los títulos de las canciones fueron "Formwelas"3, 4, y 8, y que en la descripción mencionan que son parte de su último disco, el cual se titula Songwrights apothecary lab.     
Lo estrenó en el 2021, leí que fue diseñado pensando en responder a la pregunta ¿para qué necesitas una canción?, todo ello con la colaboración de especialistas en neurociencia, musicoterapia, etnología y psicología; pero, sinceramente, no lo he escuchado. Obviamente lo haré, muy probablemente el día de mañana, y muy probablemente también vuelva a escribir del tema. Lo único claro, hasta ahora, es que Esperanza Spalding me ha devuelto la esperanza por la trascendencia sonora, musical, y creo que siento amor, descanso, alivio, con todo lo que esto conlleva.  

 Aquí dejo el link de la sesión. 

https://www.youtube.com/watch?v=2arc30068Wk