lunes, abril 04, 2022

Marzo ha muerto, fuera de los aparadores muñecas.

 A finales de Febrero las diferentes redes sociales se convierten en una búsqueda constante por parte de los Institutos, Secretarías, Asociaciones, y similares; todas persiguiendo el mismo fin: encontrar a mujeres que quieran hablar ¿sobre qué? sobre lo que sea, siempre y cuando lo cuenten desde su perspectiva de ser mujer. Si, perspectiva, como si ser mujer fuera eso, una perspectiva.

Ya en Marzo reina la seguridad y la confianza de que los múltiples foros abriran sus escenarios y micrófonos para alguna mujer, o varias mujeres. Basta con abrir las agendas culturales, sociales y políticas y ahí estaremos, presentes, expuestas en cuanta galería de arte exista, tomando las instalaciones de cada Instituto de la Mujer que haya, total, es Marzo. Y por ello te han invitado, te han abierto las puertas, es más, algunos (de hecho algunas) han decidido pagarte honorarios por tu participación, como debe ser; los otros sólo dicen que te dan la oportunidad para que transmitas tu conocimiento y experiencia, de ser mujer obviamente, en sus instalaciones, en sus escenarios, en sus mesitas de conferencia, hasta el proyector y el internet te van a prestar. 

Llegado el octavo día, que para muchos es muy rápido pues el mes apenas comienza y para otros es un alivio porque ya se pasará; se espera de todo, desde desafortunadas felicitaciones, hasta infiltrados. 

Una marcha, otra vez, cada año más potente, con más asistencia y dando como resultado mediático las mismas imágenes: mujeres incendiando, mujeres gritando, mujeres protestando, exponiendo a los agresores. Calles cerradas y caos en las urbes, por supuesto hay que escuchar a algunos hombres decir que ese día prefieren no salir porque les da miedo...si, miedo, no los vayan a agredir. Pasado el día todo es más ligero, pero las mujeres siguen siendo parte de Marzo y sus eventos. 

La primer guerra que ganamos las mujeres fue la de la escritura, porque era la actividad pública que más se consumía; las letras y sus diferentes manifestaciones tienen un poder infinito, por ello es que no se nos iban a ceder tan facilmente. A nosotras nada se nos ha cedido de manera fácil, ni siquiera nuestros cuerpos, y eso no es casualidad. Pero lo hicimos, logramos dejar de usar nombres de hombres para ser parte del mundo de las letras, igual de la ciencia, de las artes, de casi todo; la historia de las mujeres es una historia de luchas, de guerras, por ello sabemos combatir, está en nuestra genética cultural e histórica, no histérica. 

Marzo acabó, apenas comienza Abril, y las instituciones, secretarías, foros, agendas y asociaciones, siguen ahí, con sus espacios abiertos, ahora para la primavera; y los festivales masivos musicales plagados de proyectos liderados por hombres, claro, una que otra mujer, porque pues también ahí debemos estar. 

Marzo acabó, y seguimos apareciendo en los medios, con las imágenes y encabezados de costumbre: mujeres asesinadas, mujeres y niñas violadas, mujeres desaparecidas, aparecidas en bolsas de plástico, en lavadoras, en pedazos, mujeres encarceladas por ejercer sus derechos sobre sus cuerpos, y así el resto del año, es algo de siglos. ¿Ven? las mujeres aparecemos en Marzo, pero desaparecemos todo el tiempo, y no hay institución, secretaría, foro, asociación o agenda, que abra sus puertas a diario para que hablemos de ello ¿será que ocupan tener la perspectiva de los feminicidas, de los violadores? ¿Será que las mujeres de eso no tenemos una perspectiva? 

En fin, como lo dije en cada uno de los micrófonos que tuve en mi poder en marzo, como lo digo y lo diré el resto del año, y quizá de la vida, en foros, en instituciones y sin ellas, con las amigas, con toda aquella que guste escuchar: las mujeres no sólo necesitamos re escribir nuestra historia, también necesitamos vernos y sabernos como las protagonistas de esa historia, porque lo somos, lo hemos sido y lo seguiremos siendo. No somos muñecas y Marzo no es un aparador.



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