Pobre de ti como dejes que mi manita, esa que llevas, quedé chueca...
Y le duela,
y le sufra,
pobre de ti si la descuidas un poco, si no la atiendes bien.
No te dejaré en paz si sigues por ahi poniendo en peligro a tus manos,
no te dejaré tranquila ni aunque me prometas que te cuidarás,
porque amo a tus manos,
porque amo a tus caricias.
Dices que no me importa,
entonces explicame las flores que se abren en mi estómago al amanecer;
entonces dime por qué me enojo cuando me entero del mal rato que llevas en esa mano.
No permitiré que nada te duela, ni dejaré que llores por lastimarte, no,
no te dejo.