La ternura, hoy pensé mucho en ella, en cómo al sentir algún malestar físico es más fácil extrañarla, a ella y todo lo que implica, una atención, un abrazo, algún cariño, un cuidado quizá, que te preparen algo calientito para que el malestar pase, para sentirse querida, amada, importante para alguien, qué sé yo; pero también entendí que no debe venir de quien sea, o por lo que sea, o por un instante, aunque la vida esté repleta de ellos, debe ser desde alguien que lo haga con el corazón, porque eso se siente, y cuando no es así, se siente también, no lo sé, en mi fantasía es imposible acostumbrarse a hacer algo así por costumbre, pero mi propia experiencia de vida me recuerda que si es posible, es muy posible de hecho; cometer esos actos por mera costumbre, yo lo hice por años. Lo positivo es que ahora estoy en un punto donde poco a poco vuelvo a creer que el amor no es cosa de costumbre, y eso indica que mi corazón está intacto, es una pequeña alegría. Y justo cuando estaba a punto de caer en la melancolía después de comer unas deliciosas tortitas de papa con atún, como las que hacía mi abuela, mi mamá me mandó una manzana, canela y un botecito con miel, luego escribió: para que te hagas un tecito de manzana con canela y miel, como te lo hacía tu abuelita, y así se te quite la tos.
Entonces se espantó la melancolía, me sentí amada, importante, querida, apapachada, nada como el amor de madre, es verdad, porque viene desde el corazón. La manzana cocida quedó deliciosa, me dibujó una leve sonrisa; supongo que te ganó el sueño, y me da gusto, es necesario descansar mucho, hidratarse y dejar que el cuerpo se recupere a su ritmo, seguro amanecerás mejor, ya verás, sé que así será. Te extraño, mucho.
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