La música, mi esposa, la única para estar en esta vida que a veces se antoja eterna, ella, a través de todo y de todos, siempre a mi lado, sobre mí, dentro y fuera de mi, la música, señorita atractiva por naturaleza, que fortuna tenerla en mis manos, en mi corazón. Desde muy pequeña llegó para estar conmigo, pero no me tomó de la mano, simplemente me tomó toda. A mi madre le gusta el rock and roll en español, a mi padre Piero, y mi abuela escuchaba mucho a Gardel, mi abuelo escuchaba a Pedro Infante, una familia de soundtrack ecléctico. Sinfonolas, tocadiscos, caseteras, estéreos, grabadoras, radios, y más palabras que escuchaba desde niña, discos, cds, en fin. Recuerdo bien cuando le mostré a mi abuelita que en la computadora podíamos encontrar todas las canciones que quisiéramos, se emocionó tanto al darse cuenta de que si era posible, y escuchamos tantas, fue una bella tarde. Ando con una nostalgia estos días, y el silencio no se me despega, pero la música se queda muy juntita a mi, la amo.
Me gusta cuando descansas, estoy segura que sonríes más, sólo espero que no sufras de frío en tus pies por las noches, y que el estrés sea menor a pesar de que continúen las batallas, toma tu tiempo mi amor libertad, busca la calma, que todo pasará y pronto tus alas se abrirán para llegar tan lejos como no lo imaginas, con tus sueños volviéndose realidad, día a día. Me gustas cuando descansas, y cuando no también me gustas, pero hay una realidad tan tuya cuando estás en calma, y yo tuve la fortuna de conocer ese lado más que todos los demás, por ello lo recuerdo y me gustas, tu me gustas. Te extraño.
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