Tu dolor, un mar, ese que veo sentada desde la orilla de esta playa imaginaria, profundo, con una quietud que a veces se convierte en una marea intensa, indomable; entro ahí, desnuda del alma, del cuerpo, de todo, sólo soy yo, sin saber las palabras correctas que me ayuden a nadar, sólo me quedo ahí, hasta que las fuertes olas me devuelvan a la orilla, en donde otra vez me quedo quieta, observando, porque fui yo quien causo el desastre, fui yo quien se convirtió en lo ordinario, y mató lo extraordinario, fui yo. No lo digo con culpa, lo digo con responsabilidad.
Una cajita de cristal que aunque se pegue no queda igual, pero el cristal es tan frágil, habría que construir una de madera, pero comenzando por el final, que primero sea de papel, y poco a poco vayan uniéndose más capas, hasta que quede firme, y se convierta en madera pura, que cada una de sus pieles se formen de más amor, vivencias y cariño. Re construir, no reparar, no pegar. Son sólo ilusiones, sueños por los que me dejo llevar. Tu dolor, un infinito. Entiendo muy bien cuando me hablas de él, y por ello me atrevo a contarte que cuando fallé sabía que no habría secretos entre tu y yo, y que terminaría diciendo todo, porque no había manera de que lo callara, sin embargo, me equivoqué de tiempo, me equivoqué de actuar, me ofusqué, qué sé yo, igual de nada sirve explicar y explicar, decir una y otra vez que no intenté traicionarte, porque todo suena a excusa.
Te mereces un lugar seguro en donde puedas depositar tu amor, tu confianza, tu descanso y tu ternura, lo mereces total y absolutamente, deseo lo tengas, porque es de lo mejor cuando es así, es lo más sagrado, lo más valioso, es más grande que el dolor y la tristeza, es un lugar que vale la pena todo. Por mi parte estoy segura que no se encuentra en alguien más, porque nadie en este mundo es tu, nadie lo será, porque nadie en este mundo me verá, me amará, me sentirá así como lo hiciste tu, estoy segura, porque me conozco, porque sentí tu amor, tu cuidado, todo lo que proyectaste en mi, desde tu corazón, y por ello tendrás mi agradecimiento siempre, mi sonrisa, y mi corazón. Acepto que sólo una vez amaré así como te amo, y estoy en paz con ello. Nada, nadie, ni el dolor, ni la tristeza, ni el silencio, ni la ausencia, me han de arrebatar lo más bello, el haberte encontrado. Que se acabe este año, que pasen los años que sean, da igual, conocí amar, la mar profunda e infinita de el amor, no de uno, de El Amor, de la compañía que traspasó la distancia, el amor que nos llevó de la mano cuando aún ni nos teníamos tan cerca. Te extrañaré siempre, siempre. Te extraño.
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