Con la soledad en la espalda,
el peso doliendo en tu ausencia, voy caminando rápido,
sin parar entre estos días que, al parecer, se han cansado de mi.
Ando con pasos lentos y sin huella,
ando con lágrimas dulces en el rostro de la niña poesía.
Las calles tienen prisa por oscurecer,
las ganas mueren al mismo tiempo que el sol.
Este corazón carece de razón,
lleva un gris latir,
ya sólo queda entre sus venas un camino estrecho.
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