lunes, diciembre 18, 2023

La Torre de David.

 

La imaginación es algo que nos lleva más allá de todo, es ilimitada, absurda y fantástica, aunque también puede ser catastrófica; es algo así como la hermana mayor de los sueños, pues no es necesario dormir para que se manifieste.

De niña pasé muchas horas saltando del tercer escalón de una escalera al piso, con la ilusión de poder volar, yo sola, con mis brazos, y había instantes en que lo sentí, lo creí realmente, nunca sabré si fue posible, aunque supongo que no porque, de haberlo logrado, ahora mismo volaría a todas partes, quizá de ahí viene mi temor a las alturas, en una de esas me quedo arriba y no vuelvo a bajar.

Son muchas las cosas que imaginé que llegaría a hacer. Pero poco a poco dejamos de imaginar, dejamos de lado las fantasías de aquello que casi siempre nos resulta atractivo, aunque no sepamos cómo es en la realidad, no sé, habrá quien sueñe con ir al espacio exterior, o quien sueñe con conocer las profundidades del mar, quizá ser mesera en Francia, y hippie en Real de Catorce, a saber…Alguna vez pensé en ser escritora, arqueóloga forense, artista, madre, en fin…imaginé muchos escenarios fantásticos, un amor a primera vista y eterno, un tatuaje yakuza, leer poesía en Lisboa, tocar en el palacio de Bellas Artes, ser basquetbolista profesional, ganar dinero de vender ideas, tener una batería de bubinga, comer una bola de arroz, como las de las caricaturas, en Japón.  

Son muchas las cosas que puedo imaginar, pero lo que nunca pasó por mi mente fue actuar, si, pero actuación de esa que se lleva al cine. 

Contar la travesía no pondría sobre la mesa aquello que considero lo más valioso de esta experiencia: los cuidados.

Ser cubierta del frío, del calor, de la lluvia, en fin, tener siempre un café dispuesto a dar tranquilidad, y un chocolate, recibir los buenos días con una sonrisa, compartir la mesa con personas extrañas que de a poco se antojan sean familia cercana; agua para combatir la sed, medicina para el alma, más que para las alergias. 

La sinceridad de la atención y los abrazos, la preocupación genuina de recorrer un camino seguro, sin líos, sin problemas, sin ningún otro fin que lograr resultados honestos, amorosos y fuertes. Desayunos, comidas y cenas llenas de sabores nuevos, amistades que renuevan el significado del amor, y que nos recuerdan lo que podemos merecer, o lo que quizá hemos merecido todo el tiempo, pero que no lo pudimos ver, saber o intuir.

Yo no sé en qué punto dejé de imaginar, de creer y desear lo mejor para mí, de manera consciente, sin temor a estar siendo egoísta; creo que me llené de espejismos, y que las ganas de estar bien, completa, fueron tantas que perdí el norte; creo que confundí los espacios, las personas y los tiempos, pero no erré, sólo anduve en caminos inciertos llena de seguridad, y di lo mejor, lo único que tengo, el corazón y su cuerpo; respecto a la mente, siempre ha estado ocupada. 

Siempre estaré en la música, porque nunca ha dudado de mí, ni yo de ella; y después de actuar, decido abrirle un espacio en éste corazón, así, aunque de esta experiencia me quedo con lo que creo se necesita para iniciar una carrera en ese rubro: ganas, inteligencia, acción y observación. 

Así que lista o no, allá voy actuación, directo a la parte más alta de la Torre de David.

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