
Me dispongo a no soltar el sol ni una sola mañana más,
es lo justo.
Lo guardaré los días que sean necesarios para mantener al corazón tibio,
sin importar que la ciudad se inunde. No me interesa.
Que venga la lluvia, que venga la tormenta, que vengan todos.No me importa, también sé gozar con las gotas de lluvia.
Una vez al día me mantendré extendida bajo el agua,
acostada en un jardín, el que sea;
y con los brazos y las piernas hacia el cielo esperaré a que la lluvia me cubra.
Miraré la ausencia del sol reflejada en la tuya; entonces la tristeza del cielo comprenderá a mi tristeza, y yo entenderé a la lluvia sobre mi rostro como ella entenderá a las lágrimas sobre mi.
No necesito una cobija por las noches,
siempre despierto sudando;
y no necesito que salga el sol, asi que no lo devolveré, no, hasta que ella me abraze.