La Princesa se ha puesto un vestido rojo para bailar durante esta noche. Hay quienes afirman que es un peligro para los pares de ojos que la lleguen a rodear...
(Yo he aprendido día con día que la Princesa es especial, lo sé porque su título se subraya en forma inequívoca y sin restricciones)
Cuando de la Princesa y su vestido rojo se trata tarda más en pasar un segundo que un suspiro por entre el aire que la acaricia a escondidas.
Ella ha decidido provocar a mi ternura durante una vida entera y es que es inútil guardar silencio cuando mi corazón se queda quieto al saberla tan bella.
Tan alto su rango de realeza como altos sus hombros cuando monta un par de zapatillas negras.
No es un secreto que andar en tacones por el castillo no es de su predilección, lo que si es un secreto es que las princesas usan tacones porque ahi arriba no pueden llorar.
No lloran con tacones para evitar que el mar quede confundido, es dificil distinguir entre el agua del cielo y las lágrimas de una princesa.
Yo amo a la Princesa con su vestido rojo pero sin el la amo más.
Yo amo a la Princesa con sus tacones negros pero sin ellos puedo obtener el agua de su cielo sin que tenga que llorar.
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